BENET by Joan Pont

BENET by Joan Pont

autor:Joan Pont
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Mallorca, emparedamiento, esqueleto, adn
editor: JPJohnson Books
publicado: 2020-09-14T00:00:00+00:00


5- MERCEDES

Inés llegó con el pelo recogido y una blusa negra, con grandes ribetes ondulados en el cuello. La blusa tenía las mangas también con ribetes. El pelo abultado sobre la frente brillaba con el resplandor de los fluorescentes del aeropuerto. El rostro asumía las sombras bajo los párpados y los pómulos, muy maquillados. Unas sombras que le angulaban la cara, que la volvían más racial que antes, más segura y algo altanera.

Venía riéndose, mordiéndose los labios.

-¡Te he echado de menos!

No le contesté, no pude. Tenía que haberle dicho “Y yo también”, pero no me salió.

Una hora después, en la terraza del hotel, estaba desnuda y miraba hacia el mar, recortándose en un triángulo de azul celestial ante la barandilla de aluminio. Después de ella solo había azul y alguna nube solitaria. Ante la nube pasaba un avión con una pancarta ondeando detrás, anunciando el Pacha del Paseo Marítimo. Yo contemplaba la ‘y griega al final de su espalda, formada por un hoyuelo bajo la prominencia del final de su coxis. Sus nalgas pugnaban por ascender todavía más que la gravedad.

De pronto entró una brisa marina, ardiente. Las cortinas se ondularon, siseando. Se cayeron los trípticos de cartón desde la mesita al suelo.

-¿Qué planes tienes para nosotros? - le pregunté, tumbado en la cama.

Se volvió y caminó hacia mí, todo su frente en la oscuridad por el contraste con la brillantez del cuadro de fulgor que dejaba atrás.

-¿Qué?

-Que qué planes... - repetí.

-Te he oído, tonto - dijo, suspirando. -¡Bueno, ahora estoy aquí y estamos juntos! ¡Me muero por darme un baño en la playa! ¿Has visto el color de esa agua? Mira, me pruebo el bañador. Dime si te gusta. ¿Me hace caderas?

-Para nada, al contrario.

-¿Bajarás conmigo a la playa?

-Mmm, no puedo, cariño.

-Pero cenarás conmigo, ¿no?

-Es complicado Inés, todo el mundo me conoce por aquí.

-Ya, tu mujer está enferma y tú fuiste Comisario General, etc, etc...

-Tenemos que ser sinceros - le dije.

Se tiró en la cama, encima de mí, clavándome un codo en el costado. Me hizo daño, la verdad.

-¡Buff! Sí, sin-ce-ri-dad. ¿Hay algo más importante que esto en una relación?

-¿Sabes qué? Arreglaré lo de la cena - musité, arrepintiéndome enseguida.

Ella daba palmadas de alegría. -¡Qué bien! Te quiero un montón, cariño. ¿Me llevarás a un sitio romántico? ¡Y muy caro! Bueno, no importa que sea caro, pero romántico sí, muy, muy, muy romántico.

En ese instante sonó la melodía de mi móvil, perdido entre las ropas tiradas. Era Adela.

-¿Toni? ¿Dónde estás?

-Ehh, dime Adela.

-¡Lo tenemos!

-¿Lo tenemos?

-¡Un nombre! ¡De mujer! Encontramos la denuncia en los archivos del juzgado. Se llamaba María Dolores Jiménez Moreno y trabajaba en la limpieza de los apartamentos. Desapareció sin dejar rastro. He quedado a las tres con la que era la gobernanta en aquellos años, Mercedes Rodríguez Oliva. Recuerda a una camarera de pisos que desapareció en los años setenta. Vive en una residencia de ancianos, en la calle General Riera.

-Buen trabajo... ¡Mi colaboradora dice que tiene el nombre del cadáver! ¡Tengo que ir a la oficina



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